Tras
dos días recorriendo el río Mekong en el barco, por fin llegábamos a Luang Prabang, elegante ciudad, tranquila y espiritual.
El
barco nos dejó a las afueras de la ciudad, así que cogimos un tuk tuk que nos
llevaba al centro; como de costumbre, había un montón de gente ofreciendo
a los turistas alojamientos y aceptamos ver uno de ellos. No nos gustó, así que
una vez en el centro, dos turistas nos recomendaron ir a un Guest House en el
que ellos estaban alojados. Mochila a cuestas, caminamos unos 15 minutos junto
con una pareja de suecos, Marcus y Sandra, que sin saberlo se convertirían en
nuestros amigos y compañeros de viaje durante una semana.
Las
dos parejas, tras alojarnos, fuimos al night market, un mercadillo bastante
grande y con mucho encanto. Allí, entre puestitos, nos encontramos con Helmut,
un austriaco que viajó en el mismo barco que nosotros.
Cenamos
todos juntos en una terraza junto al río. La conversación era muy amena y
divertida; tres nacionalidades diferentes y cada uno chapurreando su particular
“inglis”!!
Planeamos
visitar unas cataratas para el día siguiente.
Era
la primera vez en todo el viaje que compartíamos una cena con nuevos amigos con
los que disfrutaríamos de momentos muy divertidos. Nos vino muy bien
relacionarnos con otros viajeros, con inquietudes similares a las nuestras.
Al
día siguiente, según lo previsto, nos juntamos los cinco y una vez más nos
subíamos en un tuk tuk que negociamos durante unos 10 minutos. Nos hizo un buen
precio y resultó ser un señor muy simpático.
Ya
en la catarata Kuang-Si, se podían dar paseos en elefante y lanzarse en tirolinas
entre los árboles pero decidimos hacer
un poquito de trekking y bañarnos!!!!
Parece
mentira que en tan poco tiempo, mes y medio, se pueda llegar a echar de menos
el mar pero, sí, se echa de menos. Sobre todo por el calor sofocante que hace. A
falta de playa, tenemos que conformarnos con algún baño en los ríos, que no es
poco.
Y
eso mismo hicimos, nos dimos un baño en aquellas cataratas donde había alguna
cuerda para saltar y fue divertido.
Volvimos
por la tarde y quedamos para cenar todos juntos.
Descubrimos
dentro del night market un food market; un montón de puestos de comida, tipo
buffet, por tan solo 1€ J,
en el cual podías servirte todo lo que entrase en el plato. Los chicos se
pusieron las botas. Cenando vimos pasar a varios extranjeros que habían viajado
en el barco y nos saludábamos sonrientes: Hi! How are you? Bye!!
Leímos
en la guía de Laos que había una cueva con miles de budas en su interior y
decidimos ir al día siguiente con Helmut.
De
nuevo tuvimos que ir en tuk tuk unos 30 minutos y después cruzamos en barquita
el río para acceder a las cuevas. El paisaje era precioso, nosotros en medio del
río, cruzándolo, y a los lados altas montañas con unos colores verdes muy
vivos. La visita a la cueva de Pak Ou sin duda mereció la pena.
A
la vuelta, nos dimos un caprichito y fuimos a un spa para probar un masaje de
aceite. Una hora de masaje pasando antes por la herbal sauna, parecido a un
hamman, el cual estaba separado por sexos; los hombres a un lado y las mujeres
a otro, cubiertos por un pareo o falda. En total pagamos 5€ cada uno; otro
chollo!!!
Al
salir, mientras paseábamos, vimos en una
terraza a Helmut con un grupo de franceses que también viajaban en nuestro
mismo barco. Charlaban animadamente y tomaban vino y cerveza. Nos hicieron un
hueco y nos unimos a ellos. No tardamos en coger ritmo, tres cervezas grandes y
la falta de costumbre hizo que notásemos un ligero mareíllo.
Todos
juntos, unas diez personas, bajamos a orillas del río donde hay otro buffet
libre de barbacoa, este por 6€ y recomendado en todas las guías de viajes;
carnes, pescados, mariscos, arroz, noodles, huevos, etc…Y aquí es donde, con
ayuda de las cervezas, por fin probamos los insectos, Uhmmmm… crujientes y
sabrosos con sabor a un no sé qué y a un qué sé yo…. No sabemos deciros si eran
grillos o saltamontes. Lo sentimos, pero no hay foto que lo demuestre.
Así
que, después de pegarnos un buen atracón, nos fuimos al Guest House de los
franceses donde nos invitaron a tomar la última cerveza; todos cantando por el
camino, nos reímos mucho con ellos. Eran unos “xalaus, “; Julien hablaba
español con acento mejicano, Matt nos dijo que nos esperaba en las Antípodas,
Mathieu intentaba practicar lo que sabía de español con desparpajo y Jack era
muy chistoso y demostró una gran agilidad subiendo y bajando de los tuk
tuk en marcha; en resumen, un grupo de amiguetes muy majos y por fin un
pintxo-pote con birras y comida rica.
Al
día siguiente nos fuimos a Vang Vieng con un ligero dolor de cabeza. La culpa
la tenían las Beer Lao del día anterior, claro.
El
paisaje del viaje fue increíble, muchísimas curvas, pero espectacular. Al igual que Vang Vieng.
Vang
Vieng ofrece un sinfín de actividades deportivas: kayak, trekking,
espeleología, mountain bike… y el famoso tubing.
Lamentablemente,
parece que sólo es conocido por el tubing, actividad favorita para los jóvenes
con ganas de fiesta y alcohol. Consiste básicamente en dejarse llevar por la
corriente del río subidos en una rosquilla hinchable gigante, que es la cámara
de una rueda de camión. El recorrido son 4 kms y hay bastante corriente por lo
que puede resultar un tanto peligroso y, además, a los lados del río hay un
montón de bares con música donde la gente va para a emborracharse. Resultado
final, 27 muertos en el año 2012, increible!!!!!!
Nosotros
lo vivimos de una manera bastante diferente, sin entrar en ese ambiente.
El
primer día alquilamos unas bicis de monte e hicimos una ruta circular de 30
kilómetros, parándonos para bañarnos en ríos y visitando alguna cueva.
El segundo día contratamos una excursión para todo el día que incluía 4h de kayak, la visita a una cueva y la comida; como el día anterior, fuimos todo el equipo: los suecos, el austriaco y Dana, una chica de Israel.
Estuvo
muy bien. En el recorrido del kayak paramos en uno de los bares y pudimos ver
ese ambiente al que antes nos referíamos, “tubing drinking desfás”, ambiente al
más puro estilo guiri, tíos sin camiseta, música a tope y ya hemos conquistado
el territorio!! Como cuando van a Salaou, Benidorm, … los reyes del mambo.
Al
ser la última noche con nuestros amigos, cenamos todos juntos. Habíamos
compartido una semana y la verdad es que daba pena separarse. La pareja de
Suecia, que están de viaje durante nueve meses recorriendo diferentes países,
partían al día siguiente rumbo a Vietnam. Helmut, el simpático austriaco de 42
años, que viaja solo durante cuatro meses, tras separase recientemente de su mujer,
y con ganas de rehacer su vida, también partía hacia Vietnam. Dana, la
sonriente israelí se quedaba algún día más en Vang Vieng pero quería probar la
experiencia del tubing y a nosotros no nos apetecía, por lo que también nos
despedíamos de ella.
Los
suecos se retiraron pronto porque Marcus estaba fastidiado del estómago y los
demás nos quedamos a tomar una cerveza… y dos… y tres….
Y
así a lo tonto, nos dieron las tres de la mañana.
Distintas
anécdotas en una noche de parranda improvisada; asistimos a un concierto de un
tío que cantaba y tocaba la guitarra bastante bien pero la actuación subía de
nivel cuando combinaba el cantar con ruidos tipo batería, ganamos una partida
de dardos contra unos Koreanos, bailamos en una mini disco, comimos un crepe al
salir en mitad de la calle, sentados en
un arcén………….
Lo
mejor de todo fue acabar en la calle charlando con Helmut a las tres de la
mañana, bebiendo la “última” cerveza y filosofando sobre la vida.
Grandes
momentos con él; nuestro Helmut, enorme y robusto como buen tirolés, y estupenda
persona.
Nuestro
último día, ya solitos, y otra vez con dolor de cabeza y un calorazo terrible,
alquilamos una moto de marchas. Ninguno
de los dos habíamos conducido este tipo de motos antes pero Jon se animó y
aprendió enseguida. Allá que nos fuimos, a buscar la catarata más grande de la
zona, poco frecuentada por los turistas.
Empezó
a diluviar sin parar pero nosotros no paramos. Los caminos estaban cada vez más
embarrados, la rueda trasera derrapaba constantemente, Sandra estaba cagadita,
se veía en el barro, pero hubo suerte y no caímos. Eso sí, barro hasta las
rodillas y la moto, que nos la había entregado reluciente, quedó marrón marrón.
Ahora mismo nos entra la risa, al recordar la cara del tipo del alquiler cuando
vio su irreconocible motito J
Nuestra
siguiente parada será Vientiane, nombrada la capital más tranquila del mundo.
Pero eso lo dejamos para el siguiente post.
HASTA
PRONTO.
Tremendos chicos!!!!! Hacia días que no os leía pero es un verdadero placer leer vuestra aventuras ¡ no sabéis que envidia me dais! ¡por el valor que le habéis echado rompiendo con todo y yéndoos y por la maravilla de disfrutar todo lo que estáis viviendo! (incluso las malas experiencias se convierten en una gran aventura) Me alegra mucho que lo estéis disfrutando y espero que realmente os llene.
ResponderEliminarOs echamos mucho de menos el día de la boda de David pero estuvisteis presentes con nosotros. Un beso muy fuerte y¡ seguir poniéndonos los dientes largos!
Muchas gracias Bea, acabamos de leerte y nos ha hecho una ilusión tremenda.
ResponderEliminarTal y como dices, estamos disfrutando un montón y todo va bien!!!
Os seguiremos contando más aventuras.
Un besazo para toda la familia :)