jueves, 10 de octubre de 2013

LUANG PRABANG & VANG VIENG

Tras dos días recorriendo el río Mekong en el barco, por fin llegábamos a Luang Prabang, elegante ciudad, tranquila y espiritual.

 

 
El barco nos dejó a las afueras de la ciudad, así que cogimos un tuk tuk que nos llevaba al centro; como de costumbre, había un montón de gente ofreciendo a los turistas alojamientos y aceptamos ver uno de ellos. No nos gustó, así que una vez en el centro, dos turistas nos recomendaron ir a un Guest House en el que ellos estaban alojados. Mochila a cuestas, caminamos unos 15 minutos junto con una pareja de suecos, Marcus y Sandra, que sin saberlo se convertirían en nuestros amigos y compañeros de viaje durante una semana.
Las dos parejas, tras alojarnos, fuimos al night market, un mercadillo bastante grande y con mucho encanto. Allí, entre puestitos, nos encontramos con Helmut, un austriaco que viajó en el mismo barco que nosotros.
Cenamos todos juntos en una terraza junto al río. La conversación era muy amena y divertida; tres nacionalidades diferentes y cada uno chapurreando su particular “inglis”!!
Planeamos visitar unas cataratas para el día siguiente.
Era la primera vez en todo el viaje que compartíamos una cena con nuevos amigos con los que disfrutaríamos de momentos muy divertidos. Nos vino muy bien relacionarnos con otros viajeros, con inquietudes similares a las nuestras.
Al día siguiente, según lo previsto, nos juntamos los cinco y una vez más nos subíamos en un tuk tuk que negociamos durante unos 10 minutos. Nos hizo un buen precio y resultó ser un señor muy simpático.
Ya en la catarata Kuang-Si, se podían dar paseos en elefante y lanzarse en tirolinas entre los árboles  pero decidimos hacer un poquito de trekking y bañarnos!!!!
 

 


Parece mentira que en tan poco tiempo, mes y medio, se pueda llegar a echar de menos el mar pero, sí, se echa de menos. Sobre todo por el calor sofocante que hace. A falta de playa, tenemos que conformarnos con algún baño en los ríos, que no es poco.
Y eso mismo hicimos, nos dimos un baño en aquellas cataratas donde había alguna cuerda para saltar y fue divertido.


 
Volvimos por la tarde y quedamos para cenar todos juntos.
Descubrimos dentro del night market un food market; un montón de puestos de comida, tipo buffet, por tan solo 1€ J, en el cual podías servirte todo lo que entrase en el plato. Los chicos se pusieron las botas. Cenando vimos pasar a varios extranjeros que habían viajado en el barco y nos saludábamos sonrientes: Hi! How are you? Bye!!
 


 
Leímos en la guía de Laos que había una cueva con miles de budas en su interior y decidimos ir al día siguiente con Helmut.
De nuevo tuvimos que ir en tuk tuk unos 30 minutos y después cruzamos en barquita el río para acceder a las cuevas. El paisaje era precioso, nosotros en medio del río, cruzándolo, y a los lados altas montañas con unos colores verdes muy vivos. La visita a la cueva de Pak Ou sin duda mereció la pena.
 

 

 
A la vuelta, nos dimos un caprichito y fuimos a un spa para probar un masaje de aceite. Una hora de masaje pasando antes por la herbal sauna, parecido a un hamman, el cual estaba separado por sexos; los hombres a un lado y las mujeres a otro, cubiertos por un pareo o falda. En total pagamos 5€ cada uno; otro chollo!!!
Al salir,  mientras paseábamos, vimos en una terraza a Helmut con un grupo de franceses que también viajaban en nuestro mismo barco. Charlaban animadamente y tomaban vino y cerveza. Nos hicieron un hueco y nos unimos a ellos. No tardamos en coger ritmo, tres cervezas grandes y la falta de costumbre hizo que notásemos un ligero mareíllo.
Todos juntos, unas diez personas, bajamos a orillas del río donde hay otro buffet libre de barbacoa, este por 6€ y recomendado en todas las guías de viajes; carnes, pescados, mariscos, arroz, noodles, huevos, etc…Y aquí es donde, con ayuda de las cervezas, por fin probamos los insectos, Uhmmmm… crujientes y sabrosos con sabor a un no sé qué y a un qué sé yo…. No sabemos deciros si eran grillos o saltamontes. Lo sentimos, pero no hay foto que lo demuestre.
Así que, después de pegarnos un buen atracón, nos fuimos al Guest House de los franceses donde nos invitaron a tomar la última cerveza; todos cantando por el camino, nos reímos mucho con ellos. Eran unos “xalaus, “; Julien hablaba español con acento mejicano, Matt nos dijo que nos esperaba en las Antípodas, Mathieu intentaba practicar lo que sabía de español con desparpajo y Jack era muy chistoso y demostró una gran agilidad subiendo y bajando de los tuk tuk en marcha; en resumen, un grupo de amiguetes muy majos y por fin un pintxo-pote con birras y comida rica.
Al día siguiente nos fuimos a Vang Vieng con un ligero dolor de cabeza. La culpa la tenían las Beer Lao del día anterior, claro.
El paisaje del viaje fue increíble, muchísimas curvas, pero espectacular. Al igual que Vang Vieng.
 


 
 
 
Vang Vieng ofrece un sinfín de actividades deportivas: kayak, trekking, espeleología, mountain bike… y el famoso tubing.
 
 
 

Lamentablemente, parece que sólo es conocido por el tubing, actividad favorita para los jóvenes con ganas de fiesta y alcohol. Consiste básicamente en dejarse llevar por la corriente del río subidos en una rosquilla hinchable gigante, que es la cámara de una rueda de camión. El recorrido son 4 kms y hay bastante corriente por lo que puede resultar un tanto peligroso y, además, a los lados del río hay un montón de bares con música donde la gente va para a emborracharse. Resultado final, 27 muertos en el año 2012, increible!!!!!!

Nosotros lo vivimos de una manera bastante diferente, sin entrar en ese ambiente.



El primer día alquilamos unas bicis de monte e hicimos una ruta circular de 30 kilómetros, parándonos para bañarnos en ríos y visitando alguna cueva.
 


 
El segundo día contratamos una excursión para todo el día que incluía 4h de kayak, la visita a una cueva y la comida; como el día anterior, fuimos todo el equipo: los suecos, el austriaco y Dana, una chica de Israel.
 

 

 
Estuvo muy bien. En el recorrido del kayak paramos en uno de los bares y pudimos ver ese ambiente al que antes nos referíamos, “tubing drinking desfás”, ambiente al más puro estilo guiri, tíos sin camiseta, música a tope y ya hemos conquistado el territorio!! Como cuando van a Salaou, Benidorm, … los reyes del mambo.

Al ser la última noche con nuestros amigos, cenamos todos juntos. Habíamos compartido una semana y la verdad es que daba pena separarse. La pareja de Suecia, que están de viaje durante nueve meses recorriendo diferentes países, partían al día siguiente rumbo a Vietnam. Helmut, el simpático austriaco de 42 años, que viaja solo durante cuatro meses, tras separase recientemente de su mujer, y con ganas de rehacer su vida, también partía hacia Vietnam. Dana, la sonriente israelí se quedaba algún día más en Vang Vieng pero quería probar la experiencia del tubing y a nosotros no nos apetecía, por lo que también nos despedíamos de ella.
 


 
Los suecos se retiraron pronto porque Marcus estaba fastidiado del estómago y los demás nos quedamos a tomar una cerveza… y dos… y tres….

Y así a lo tonto, nos dieron las tres de la mañana.

Distintas anécdotas en una noche de parranda improvisada; asistimos a un concierto de un tío que cantaba y tocaba la guitarra bastante bien pero la actuación subía de nivel cuando combinaba el cantar con ruidos tipo batería, ganamos una partida de dardos contra unos Koreanos, bailamos en una mini disco, comimos un crepe al salir  en mitad de la calle, sentados en un arcén………….

Lo mejor de todo fue acabar en la calle charlando con Helmut a las tres de la mañana, bebiendo la “última” cerveza y filosofando sobre la vida.

Grandes momentos con él; nuestro Helmut, enorme y robusto como buen tirolés, y estupenda persona.
 


 
Nuestro último día, ya solitos, y otra vez con dolor de cabeza y un calorazo terrible, alquilamos una  moto de marchas. Ninguno de los dos habíamos conducido este tipo de motos antes pero Jon se animó y aprendió enseguida. Allá que nos fuimos, a buscar la catarata más grande de la zona, poco frecuentada por los turistas.


 
Empezó a diluviar sin parar pero nosotros no paramos. Los caminos estaban cada vez más embarrados, la rueda trasera derrapaba constantemente, Sandra estaba cagadita, se veía en el barro, pero hubo suerte y no caímos. Eso sí, barro hasta las rodillas y la moto, que nos la había entregado reluciente, quedó marrón marrón. Ahora mismo nos entra la risa, al recordar la cara del tipo del alquiler cuando vio su irreconocible motito J
 


 
Nuestra siguiente parada será Vientiane, nombrada la capital más tranquila del mundo. Pero eso lo dejamos para el siguiente post.

HASTA PRONTO.

2 comentarios:

  1. Tremendos chicos!!!!! Hacia días que no os leía pero es un verdadero placer leer vuestra aventuras ¡ no sabéis que envidia me dais! ¡por el valor que le habéis echado rompiendo con todo y yéndoos y por la maravilla de disfrutar todo lo que estáis viviendo! (incluso las malas experiencias se convierten en una gran aventura) Me alegra mucho que lo estéis disfrutando y espero que realmente os llene.
    Os echamos mucho de menos el día de la boda de David pero estuvisteis presentes con nosotros. Un beso muy fuerte y¡ seguir poniéndonos los dientes largos!

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  2. Muchas gracias Bea, acabamos de leerte y nos ha hecho una ilusión tremenda.
    Tal y como dices, estamos disfrutando un montón y todo va bien!!!
    Os seguiremos contando más aventuras.
    Un besazo para toda la familia :)

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