viernes, 4 de octubre de 2013

SLOW...SLOW...WELCOME TO LAOS


Tras nuestro recorrido por el norte de Tailandia, cambiamos de país y pasamos a   Laos. Concretamente desde Chiang Khong, cruzando el río Mekong (que sirve de frontera natural entre ambos países) hasta Houay Xai, justo al otro lado del río.

Por lo tanto, dejamos atrás 21 días de aventuras y desventuras por el Norte de Tailandia.
 
 

Nuestro destino es Luang Prabang, antigua capital de Laos, ahora renombrada capital religiosa y cultural del país, y Patrimonio de la Unesco… que no es moco de pavo. Desde Luang Prabang continuaremos nuestro recorrido, de norte a sur del País.

Para acceder a Luang Prabang, desde Chiang Mai, elegimos la siguiente ruta: hasta Chiang Rai en autobús, con parada técnica en el impresionante White Temple (templo blanco).
 
 
Y desde allí hasta Chiang Khong, donde hicimos noche en un alojamiento de mala muerte.
 
Tenemos que decir, antes de continuar, que tras valorar si hacer todo este recorrido hasta Luang Prubang por nuestra cuenta, finalmente decidimos comprar un paquete en una agencia puesto que, euro arriba euro abajo, el precio no variaba demasiado y, de esta forma evitábamos las pérdidas de tiempo que ocasionan las dudas o los “no saber qué hacer” y tener que preguntar un sinfín de veces.

Pero bueno, nos habíamos quedado en el cuchitril de mala muerte en el que hicimos noche… Chiang Khong no tiene nada en especial que ver o hacer. Es un pueblo de paso que, en gran parte vive de su carácter fronterizo. Eso sí, nos maravilló el trayecto hasta allí desde Chiang Rai, con unas vistas espectaculares dignas de habérlas disfrutado no sólo de pasada con el minibús.

Y aún nos quedaba la pequeña odisea de llegar hasta Luang Prabang…

Como muchos otros viajeros (hemos coincidido y hablado con austríacos, belgas, holandeses, franceses, neozelandeses,…) cogeríamos un barco conocido como “Slow Boat”.

Antes de subirnos a  este rudimentario barco, teníamos que hacer el trámite del visado para la entrada en Laos. Para ello, a las 7 a.m., tras el desayuno, hay que tramitar la salida de Tailandia en la margen tailandesa del río y cruzarlo en barquita hasta Houay Xai, en la margen laosiana.

En Houay Xai, pasaportes, fotos de carné y 35 dólares americanos por barba junto al impreso solicitando el visado. De esta guisa, sacando de sus mochilas todo ello, comienzas a ver un gran movimiento de viajeros, apilados frente a la gárita del “gran negocio” Welcome to Laos – Visa, todos pretendiendo lo mismo.
 
 
 

Todo está listo para coger el Slow Boat, a las 11 a.m., puntualidad laosiana (11:30 h.).

Antes de subir al barco… recomendable:

-       Sacar Kips, la moneda de Laos (10.000 kips = 1 €); si sacas 100 €, eres millonario. Caaash. Por cierto, el límite en la mayoría de los cajeros es ese millón de kips. Comisión: 20.000 kips del ala.

-       Coger provisiones antes de subir al bote; yendo más allá…¡¡comprar bocadillos!! Sííííí!! Otra vez pan, gracias a la influencia francesa, como excolonia franchute que fue. ¡Ah! Y, por lo mismo, nuevamente se conduce por la derecha…
 
 

Así que te subes al Slow Boat, comenzando una larga travesía surcando el Río Mekong entre montañas. Las vistas son impagables. Eso sí, el jodido Slow Boat no hace honor a su nombre…porque se queda corto. El Slow Boat no es lento, no; tiene dos marchas: la muy lenta y la súper lenta. CALMA Y A DISFRUTAR DEL VIAJE.
 
 
 

La primera etapa en barco, tras 7-8 horas termina en Pak Beng, a mitad de camino.

Ya en Pak Beng, no tardamos en conseguir alojamiento: al lado del pequeño muelle, desde donde debíamos partir al día siguiente para emprender la segunda y última etapa hasta Luang Prabang.

El precio 50.000 kips, en Salika Guest House (el nombre nos recordó a la hermana de Shandra: Sarika!!).

Fue fácil y barato encontrar alojamiento, todo ello pese a los comentarios de aquel estúpido comercial que quiso amedrentarnos a todos los turistas justo antes de salir de Houay Xai. Un discurso de 10 minutos mediante el cual, tras darnos la bienvenida a Laos, trató de meter el miedo en el cuerpo de todos los viajeros, queriendo hacernos imaginar Pak Beng como la villa de la mafia y del crimen organizado.
 
Nos llegó a decir que suelen darse con frecuencia robos de mochilas en las Guest Houses, que la gente del pueblo puede parecer muy maja pero que tuviésemos cuidado; que tratarían de emborracharnos y de invitarnos a fumar opio para posteriormente robarnos.

Pak Beng es un pueblo muy pequeño con gente amable, y simplemente es parada del Slow Boat y, como es normal, tratan de hacer todo el negocio posible, pero nada más.

Lo único que quería aquel tipo sin escrúpulos era que el mayor número de gente posible reservase por 100.000 kips el alojamiento que el ofertaba porque, según él, “todo sería más fácil”.

Nosotros no caímos en la trampa aunque si nos dejó una sensación de, cuanto menos, estar alerta. Hasta que, simplemente, observas y te das cuenta de que todo está en calma y nada de eso va a ocurrir.

Aquel  hombre desapareció cuando terminó su bussiness. Más tarde, durante el trayecto, viajó en el bote uno de sus secuaces. Mismo alojamiento por 90.000 kips...van llegando las rebajas!!!!

En fin, una estrategia comercial denunciable y asquerosa.

La segunda etapa en el barco, en ese slow, slow, very slow boat, más de lo mismo: vistas espectaculares de montañas frondosas y verdes, con alguna que otra parada para que subiesen o bajasen algunos locales en pequeños pueblecitos o aldeas al borde del Mekong.
 
 
 
Estas paradas ralentizaban aún más el trayecto pero no nos importaba puesto que allí nos esperaban con sus sonrisas los lugareños y los niños jugando, saltando o dándose un chapuzón.
 



 
 
Había valido la pena. Al llegar a Luang Prabang, nos miramos y nos dijimos: “Por fin, lo hemos conseguido”, y eso parecían reflejar las caras de todos los mochileros.

Más de trece horas en las que pudimos observar, pensar, hablar, escuchar, leer e incluso escribir este post.
 
 
¡Ah! Se nos olvidaba: también dio tiempo a darnos un chapuzón vestidos y por sorpresa, como consecuencia de una ola provocada por un gran barco con el que nos cruzamos. Tras ver que el blog no corría peligro, ya que de milagro no se mojaron ni la cámara ni el portátil, nos reímos junto con los demás pasajeros que también estaban empapados.


Así, risueños tras recordar esta anécdota, nos despedimos hasta el próximo post.
 


HASTA PRONTO.

1 comentario:

  1. Hola guapos!!! Trayecto de más de trece horassss. Llegaríais cansadísimos pero por el camino habeís podido observar vistas espectaculares y esos niños que os sonreían. En cuanto al comercial que os quiso amedrentar me suena a Egipto...igual que el pago del visado...Lo positivo, todo lo que estáis viviendo y aprendiendo. Muchos besazos ;) Os quiero mucho...

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