domingo, 24 de noviembre de 2013

PHU QUOC, UNA ISLA EN CONSTRUCCIÓN.


Si cualquiera de vosotros prueba a buscar en Google imágenes de esta isla, podréis observar fotos preciosas de playas paradisiacas (aunque la foto que va a continuación es sacada por nosotros eh...).
 

 
Estábamos entusiasmados y felices por poder pasar unos días en la isla.

Llegábamos, como de costumbre, sin nada reservado ¿Dónde dormiríamos esa noche?

Al llegar al aeropuerto buscamos la forma más barata de acceder a Duong Dong, el pueblo más urbano y poblado situado en el centro de la isla. Finalmente, un botones de un hotel nos ofreció llevarnos en su furgoneta previa negociación de un módico precio. 

Preguntamos en algunos hostels y guest house los precios de las habitaciones pero no nos convencieron. Optamos por ir a la zona de Long Beach, nos llevaban unos moteros por 20 bahts (medio euro) y encontramos unos bungalows tipo apartamentos con baño dentro y frente al mar; bueno, bonito y barato.
 

Lo primero que hicimos tras instalarnos: nos dimos un señor baño, el agua estaba muy caliente y la playa era larga, tal y como su nombre indica, de arena fina y blanca. Toda la zona estaba llena de resorts y restaurantes a pie de playa, lo que quitaba un poco de encanto al paisaje,  pero por suerte no había muchos turistas.
 

 
El segundo premio fue cenar en un restaurante de la playa un rico pez a la brasa...uhmmmmm cuánto tiempo sin saborear un rico pescado y a la brasa!!!; delicioso (...y barato).

Al día siguiente madrugamos y alquilamos unas motos, queríamos recorrer la isla y ver sus playas.

Lo cierto es que nos llevamos una amarga sorpresa al comprobar el estado de las carreteras. Pavimentos sin asfaltar con agujeros, gravilla tierra e incluso barro.



 
Todo ello hacía que los accesos a las playas fueran complicados y sólo aptos para conductores de motocross. Además nos cayeron bastantes chaparrones, para variar y para dificultar aún más la tarea. Y para ponerle la guinda al pastel...no había ningún tipo de señal o cartel indicando las playas.  

Imaginaos cuando decidíamos preguntar a alguien... era complicadísimo, ni enseñando el mapa y señalando el nombre de la playa. Te decían que sí con la cabeza y listo. Cuando preguntábamos si íbamos bien en aquella dirección, siempre decían que sí!!!! Nos dimos cuenta que cambiábamos de brazo y de dirección y también era que sí !!!La bomba!!! A todo dicen que sí.
 
Vale, gracias amigos habitantes de Phu Quoc, sois muy positivos... pero, coño, nos perdimos innumerables veces; hemos llegado a salir a las 15 p.m. en busca de una playa de ensueño al norte de la isla, perdernos por senderos y caminos embarrados por bosques...pensar durante horas que estábamos llegando, hacérsenos de noche...y el desenlace: no llegar a ver aquella playa (existen teorías sobre su no existencia). 

Mirar que carreteras y caminos recorrimos por la isla:

 
 
Una de las playas más famosas de la isla es Sao Beach. Fuimos hasta allí, y nos costó llegar, por cierto. Sí...nos costó allegar dos días.
Nuestro imán para con las nubes seguía intacto. Tomamos la decisión de tirar para el sur de la isla (luego nos dijeron que en el norte estuvo todo el día despejado). Comenzó a diluviar. O a llover a cántaros, como más os guste imaginarlo. En esta ocasión no decidimos parar. No. Solamente nos vimos obligados a ello por una de las motos; como si se tratase de una broma...pop...pop-pop...poooop...se quedó sin gasolina. Tras arreglar el desaguisado no nos quedó más remedio que regresar a nuestro bungalow empapados a seguir escuchando como la lluvia golpeaba con fuerza nuestro techo. No nos quedó otra que ver una película (gracias Aritz, por traernos unas cuantas) y "robar" más wifi que nunca. 
 
Al día siguiente, entonces, es cuando  conseguimos llegar a Sao Beach. Esperábamos encontrar una playa paradisiaca pero no fue así. La playa estaba bastante sucia, tanto el mar como la orilla; desconocemos si era debido a la meteorología.
 
Nada de ello impidió que nos bañásemos y relajásemos un ratito, claro. Comimos en un chiringuito arroz con pollo creo, para variar un poco la dieta, y de postre un café con hielos riquísimo.
 

 
Todas las noches en el pueblo de Duong Dong hay un night food market exclusivamente de pescados y mariscos.

Todos los comerciantes te invitaban a sentarte en sus mesas y a elegir el pescado que quisieses comer. Regateamos el precio (todo, absolutamente todo, se debe negociar en Vietnam), y cenamos otro pez a la brasa, este no tan bueno como el del restaurante de la playa.
 

 
Hemos decidido poner el título de Phu Quoc, una isla en construcción  a este post porque se trata de una isla en la cual están construyendo muchísimo, demasiado incluso. Resorts, hoteles, viviendas etc….

La estampa de algunas “carreteras” era esta:
 

 
 
 


¿Recomendamos visitar la isla? Sí y no.

Depende de lo que busque el viajero.
 

 
Ya en el avión de vuelta a Saigón, coincidimos de nuevo con Susana y David, los dos viajeros simpatiquísimos que conocimos en Tam Coc. Ellos habían disfrutado de cuatro días de auténtico relax en la isla y volvían ya para Sevilla esa misma noche.

Al aterrizar empezó a sonar una musiquilla que se nos hacía familiar….tiriririririri, tiririririri, tiririririri, pipipipi, pajaritos por aquí, pajaritos por allá, lalalala papapapa!!! ¿Cómo? Estaba sonando esa canción en un avión de una compañía vietnamita? Jajajaja!!!

Nos dijeron que el piloto era de habla hispana. ¿el tema favorito del piloto? ¿O tal vez a los trabajadores/azafatas les gustaba aquella melodía?

Que cosas…

El próximo post será el último capítulo de Vietnam: ciudad de Ho Chi Minh (Saigon) y el Delta del Mekong.

 

HASTA PRONTO.

 

sábado, 16 de noviembre de 2013

VIETNAM, COSTA CENTRAL


Tras navegar a través de los preciosos paisajes de Nim Binh, a la mañana siguiente nos trasladamos en autobús de nuevo a Hanoi (3h aproximadamente).

Habíamos reservado unos billetes de avión desde Hanoi hasta Hue con la compañía low cost Vietjetair por tan solo 12€!! El precio de este trayecto en tren es de unos 30€, así que ni nos lo pensamos. Teníamos que pasarnos por una de las oficinas de esta compañía aérea para efectuar el pago y una vez allí, vistos los precios, decidimos consultar otros destinos para movernos por Vietnam.

Reservamos los billetes: Hue - Ho Chi Minh, Ho Chi Minh - Phu Quoc, Phu Quoc - Ho Chi Minh. Así nos evitaríamos largos trayectos teniendo en cuenta que Vietnam tiene más de 2000km de largo; además, visitaríamos la isla de Phu Quoc.

Desde la estación de autobuses, buscamos una forma barata de desplazarnos hasta el aeropuerto. Preguntamos en las taquillas cómo llegar en transporte público. Como viene siendo habitual en este país, no nos entendían y nadie hablaba inglés; utilizando la mímica, gestos y alguna palabra que hemos aprendido en vietnamita nos ayudaron para hacernos entender.

El recorrido fue: estación de autobuses, bus local nº 16, parada en Cau Giây y bus nº 7 al aeropuerto (Noibai airport). Tardamos unos 45 minutos y el precio fue baratísimo. La siguiente parada sería Hue.

Unos días antes de que llegara Aritz, estuvimos visitando esta misma ciudad y también nos pudimos dar unos chapuzones en las playas de Danang. En Hue nos alojamos en el Guest House Ngoc Lan, (dir.: 2/11 Vo Thi Sau), económico y recomendable. Hicimos amistad con Thuy la dueña de la casa, que hablaba algo de inglés y fue muy amable con nosotros. El alojamiento se encuentra en una zona muy turística llena de bares, hoteles y restaurantes pero está bien ubicado.

Lo peor de todo era sin duda el acoso constante que recibíamos como turistas: restaurantes con chicas en la puerta que te invitan a ver su menú, chicas que reparten flyers de pubs, moteros que te ofrecen llevarte a cualquier lado, conductores de ciclos, mafiosillos que te ofrecen marihuana…etc etc….

No puedes dar dos pasos sin que alguien te ofrezca algo y esto resulta muy cansino, agobiante y agotador; por eso mismo evitábamos estar mucho por allí y sólo íbamos al final del día para cenar.

 Allí dejamos la mitad de nuestro equipaje pues volveríamos en unos días con Aritz. Las mochilas grandes pesan unos 15kg y fue un alivio poder viajar esos días con la mitad de peso.

La segunda vez en Hue, con nuestro amigo, no tuvimos suerte con el tiempo y llovió bastante pero eso no nos impidió ver la ciudad y pedalear por sus calles.

Visitamos su ciudadela, declarada Patrimonio de la Humanidad en 1993, la verdad es que su interior nos decepcionó un poco pero creo que fue porque no paraba de llover. La ciudadela está bordeada por unas murallas y a su vez por el río Perfume. Hay varias puertas para poder entrar y merece la pena darse la vuelta entera por la zona. A media tarde, la ciudadela la recorren paseando y en bici vietnamitas que viven por la zona.
 
 

 
Hay varias pagodas templos y museos para visitar y, sin duda, perderse por sus calles y mercados merece la pena.
 
 

 
De Hue nos fuimos en bus a Hoi An, una pequeña ciudad costera, declarada Patrimonio de la Humanidad.

Al llegar, una vez más, buscamos alojamiento y encontramos un Hotel económico bastante rápido. Alquilamos unas bicis por 1€ y nos dimos un agradable y caluroso paseo de unos 6kms hasta la playa. Cuando ya por fin veíamos al fondo el mar, un hombre con una gorra nos indicó que teníamos que aparcar las bicis en un parking y pagar, claro, 5.000 dongs…¿Cómo?, ¿Por qué? Ni hablar, estábamos hartos y muy cansados de regatear para todo y de andar con mil ojos para que no nos timaran; no le íbamos a pagar (insignificantes 0,15€) ¡por aparcar una bici! Bordeamos una plaza y tranquilamente accedimos a la playa, gratis, como debe ser.

Nos dimos un bañito y descansamos un rato. Ya al irnos, empezaron a bajar a la orilla un grupo de asiáticos de nacionalidad desconocida, tal vez chinos, japoneses, koreanos; en su mayoría mujeres. Es muy gracioso verles cómo se hacen fotos en la orilla con sus mejores poses, vestidos y pamelas; pero casi nunca se bañan.

El casco antiguo de Hoi An es precioso y además se puede pasear libremente por sus calles pues está cerrado al tráfico, algo que se agradece después del caos circulatorio de las grandes ciudades.
 

 
El puente cubierto japonés es el punto más característico de la ciudad y está construido en madera y piedra.
 


 

Allí nos subimos a un barquito que nos dio un paseo de unos treinta minutos por el río Thu Bon, por poco más de 1€.
 


 
Una vez que cruzamos el puente japonés, encontramos pequeñas tiendas que vendían artesanía y algunos restaurantes; todo ello en una zona tranquila y sin coches.

Una de las cosas más llamativas de Hoi An por la noche son sus cientos de farolillos de colores que se iluminan.
 


 
 
Cruzamos otro puente y nos dimos un paseo por el night market en el cual nos atosigaron para que comprásemos algo.

“Buy me something please, happy hour, buy one and get one free”; ¡jajajaja! Muy gracioso.

Cenamos y nos retiramos al hotel después de un largo día.

Aquella noche los chicos intentaron ver, sin éxito, el partido que jugaba la Real Sociedad contra el Manchester United; partido de Champions y ellos sin poder disfrutarlo, no hubo suerte y no lo televisaban.

Al día siguiente alquilamos unas motos y visitamos la montaña del agua llamada Thuy Song, la más visitada de las Marble Mountains, muy cerca de Danang.

Las Marble Mountains (Montañas de Mármol) son cinco montañas que representan estos cinco elementos: metal, madera, agua, fuego y tierra.

Subimos por unas empinadas escaleras a pleno sol, pero una vez arriba disfrutamos de sus pagodas grutas y cuevas.
 
 

Antes de llegar al acceso de entrada hay varias calles repletas de canteras de mármol con cientos de figuras esculpidas. Se puede ver a trabajadores esculpiendo esta piedra y hay muchas tiendas para poder comprar enormes budas, leones y demás esculturas. Unos chicos de una tienda nos contaron que muchos ingleses y americanos compraban esculturas para sus casas y jardines; ¿Os imagináis con una dentro vuestras casas?


En tan solo 15minutos llegamos a Danang. Recordábamos su hermosa playa de arena blanca y agua cristalina pero no encontramos el mismo paisaje puesto que el tifón había pasado por allí, por suerte, después de nuestra primera estancia y antes de la segunda.

La arena estaba llena de ramas, hojas, palos y basura y, alrededor de la playa, había muchas palmeras caídas.

El autobús de vuelta a Hue salía las 14h por lo que comimos algo rápido; noodles y arroz con pollo (para variar).

Al poco de salir el bus paró en mitad de una calle de Danang… ¿Avería?, Si señor…

Esperamos unos 20minutos en un bar, y cuando todos pensábamos que vendría otro autobús, apareció nuestro chófer con todas las manos y la cara negras. Había conseguido repararlo.

A la media hora volvió a parar: 30minutos en el maldito bar donde tienen acordado parar para que los turistas nos dejemos unos cuantos dongs en comida y bebida. Buen negocio. Eso sí, ¿Llegaríamos algún día a nuestro destino? La distancia entre Hoi An y Hue es de unos 100kms, ¿Cómo es posible que tardásemos más de cinco horas? Pues sí, todo es posible en Vietnam.

Llegamos cansados y con mucha hambre, y esa noche, como excepción, decidimos comer algo más occidental (Pizza, Burger...).

Aprovechamos para contaros algunos detalles sobre la comida Vietnamita:

Según las guías y foros estamos ante una de las mejores gastronomías del mundo, pero personalmente no lo hemos vivido así. Tras dos meses viajando por Tailandia y Laos, en Vietnam no apreciamos grandes diferencias:

-Springs rolls (rollitos vietnamitas o de primavera)
-Fresh springs rolls (rollitos crudos envueltos en papel de arroz). A veces vienen con sorpresa: hojas verdes variadas, mentoladas, hierbabuena, incluso nuestro querido y ya odiado cilantro.
-Arroz frito o cocido (steam rice): con pollo, con cerdo, con verduras, con pescados, con mariscos etc…etc…etc…. Mucho aloz! (casi siempre poco de lo otro).

-Noodles (fideos largos de arroz): la misma historia, arroz con la misma poca cosa.

-Sopas variadas: el desayuno favorito del vietnamita.

Por lo tanto, podéis imaginar que los menús son más largos que la biblia, pero siempre acabas comiendo lo mismo. Sí, es muy barato, pero al final es mucho arroz y poco condimento. ¿Dónde están las txuletas, los pimientos del piquillo, las croquetas, el jamón…?

Bueno, no nos quejemos tanto. Seguramente existan exquisiteces que no hemos podido probar, debido a nuestro presupuesto “low cost”. Puede ser eso…o no.

Normalmente solemos detallar qué visitamos y cómo llegamos a los diferentes lugares a los que viajamos.

Pero en este post, además, queremos compartir con tod@s vosotr@s, algunas costumbres y algunos hábitos del pueblo vietnamita.

Los escupitajos: Recordamos el primer día en el que mientras caminábamos tranquilamente, escuchamos un escupitajo; muy ruidoso y desagradable. Pensamos por un momento que se trataba de un animal pero no; nos dimos la vuelta y se trataba de aquel señor con la camiseta subida hasta el pecho, panza al aire, y pitillo en la boca. Es algo habitual que se repetiría día tras día, tanto en hombres como en mujeres. En Vietnam no está mal visto y todos escupen en cualquier esquina.

Los “paluegos” y las habilidades con los palillos bucales: que utilicen palillos…hasta ahí normal. Lo llamativo está en cómo los utilizan; abren la boca como el león de la Metro y, metiéndose la mano entera en la boca, extraen habilidosamente el “paluego”. Bastante desagradable para nuestros ojos occidentales.

Los eructos: otro clásico, te están hablando y……. Bop! Eructo al canto “in your face”.

Los piojos: Hemos visto a muchas mujeres que entre ellas se hurgan en la cabeza. Se quitan los piojos con pinzas o con los dedos. Puede ser normal… o no: una vez cazado el piojo…. ¡Raca, para dentro!, se lo comen; sí, sí, que se lo comen. Imaginaos nuestras caras cuando vimos esto.

Las siestas: ¿Será el calor?, ¿Jornadas laborales interminables? No lo sabemos pero lo cierto es que se duermen en cualquier esquina. En el trabajo, mostradores, puestos callejeros e incluso encima de sus motos.

 
 

A medida que íbamos observando todo esto, nuestra primera reacción fue alucinar y pensar: ¡Joder, que guarros! Pero lo cierto es que simplemente son sus hábitos.

A nosotros nos enseñaron que haya dónde fueres, haz lo que vieres, ¿No? Pues hala.

Para terminar, otro detalle característico de este país: el tráfico.

¡Uff! el tráfico, lo nunca visto…. El caos circulatorio en la mayoría de las ciudades es inimaginable. No sólo por la cantidad de las motos, sino por la forma de conducir. Para el peatón cruzar la calle es una aventura de alto riesgo. No esperes que paren, si los ves frenar será levemente, solo para esquivarte. No hay stops, no hay ceda el paso; bueno si, únicamente como adorno. Tampoco hay sentidos ni direcciones; todo vale. No hay ley ni lógica alguna. Intermitente, ¿para qué? pito luego voy o me meto…ostias, que viene uno de frente en dirección contraria. Tres, cuatro, incluso cinco van en una misma moto, ¡¡¡alegría!!! Y ya, si eso, la moto puede transportar todo tipo de objetos, más grandes que la propia moto.



En medio de esa jungla hemos circulado en moto, a veces desternillándonos y otras no tanto.

Lo cierto es que, a pesar de todo esto, no vimos ningún accidente. Ellos se entienden y respetan dentro de su propio caos en orden.

Os seguiremos contando como fue nuestro viaje de un mes por Vietnam en el siguiente post.

Si váis a viajar a este país y queréis más información no dudéis en enviarnos un email.

A los que nos leéis, gracias por estar ahí.

Más aventurillas próximamente.

 

HASTA PRONTO.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

AL MAL TIEMPO...HA LONG, CAT BA Y NINH BINH


Como venía relatando Aritz, el día 17 de octubre a las 11a.m. llegábamos al puerto de Ha Long Bay. La experiencia del sleeping bus era algo que nuestro amigo no podía perderse. Pero no nos desviemos…

Llegamos a Ha Long, otro paisaje impresionante, un clásico entre las postales, un símbolo entre otros tantos del país. Nos imaginábamos en alguna de sus islas al sol o tomando alguna cerveza en alguno de los tours en barco por la bahía.

Pero…¡Qué bah! Llovía. Y no sólo llovía, sino que además un tifón acababa de pasar por la costa central vietnamita, a unos cuantos kilómetros al sur. Y gracias que no contratamos en Hanoi ninguno de los tours que ofertan todas las agencias turísticas.

Así que los barcos no salían esa mañana por indicación de las autoridades. Por razones de seguridad, debido a las condiciones climáticas, se prohibió zarpar a los grandes barcos para turistas. Íbamos a perder un día en la ciudad de Ha Long.

Sin embargo, el hombre con aspecto de mafioso que nos acercó en su Pick-up al puerto con el fin de vendernos su tour por la bahía no podía irse con el bolsillo vacío y nos ofreció una solución: llevarnos a la isla de Cat Bá, la mayor de todo el archipiélago, de unos 12.000 habitantes, en la cual podíamos alojarnos.

Hicimos fuerza común junto con cinco extranjeros más, incluso consultamos a otro par de mafiosos que pululaban por el puerto, hasta que conseguimos un precio aceptable para ir a Cat Bá en un pequeño yate. A toda velocidad, sorteamos algunos de los distintos islotes que conforman esta preciosa bahía con el agua de la lluvia y de los salpicotazos del mar topándose con nuestros cuerpos y mochilas.

Momentazo excitante, sin duda otra forma diferente de tomar contacto con este espectacular paisaje. Estábamos empapados pero nos importaba un pito.

Nos instalamos en un económico, cómodo, limpio y con aspecto de nuevo hotel; la calle principal frente al puerto de Cat Bá Town está llena de hoteles. Y tras dejar las mochilas, alquilamos unas motos…los ponchos venían incluidos.
 

 


Los paisajes del interior de la isla son espectaculares. Nos acercamos al Parque Nacional, en el centro de la isla. Dejamos las motos en la puerta y ascendimos a uno de los picos más altos de Cat Bá. Hicimos cima y disfrutamos de una panorámica sencillamente impresionante. Lástima haber tenido que descender con algo de prisa puesto que cerraban el Parque.
 

 

Al día siguiente más lluvia, más moto, más poncho y más caminos que atravesaban esta preciosa isla.





Visitamos Hospital Cave, una cueva que sirvió de alojamiento, hospital y base para los miembros del Vietcong en la guerra del Vietnam y un puerto al noroeste de la isla con vistas a Ha Long Bay.



 
Y pensaréis, ¿no van a salir al mar para navegar por la famosa Bahía, una de las maravillas naturales del mundo, como hace todo hijo de vecino? Pues bien, al día siguiente, sino queríamos variar nuestra apretada ruta, debíamos hacer noche en Ninh Binh, es decir, regresar de Ha Long y marchar a unos cuantos kilómetros al interior y al sur de la península.

Con este objetivo en mente y habiéndoselo hecho saber al joven de una de las agencias, previamente asegurándonos de la mejora de las condiciones meteorológicas, contratamos el tour. Pactamos volver antes de lo que duraba la travesía, sólo nosotros tres y, para ello, ponía a nuestra disposición un bote que vendría a buscarnos antes para poder estar a las 17h. en Cat Bá Town y poder, de esta forma, partir hacia Ninh Binh.

La participación de Aritz en aquella expedición corrió peligro debido a problemas estomacales. Pasó una mala madrugada (esta vez sí que tuvo que soportar verdaderos sudores fríos) pero recuperó como un auténtico titán.

Así que, con el cielo algo nublado, sobre las 8,30 a.m., partimos hacia Ha Long Bay. Nos tocó un grupo de lo más extraño; nadie habló con nadie que no fuera su pareja. Podíamos haber roto el hielo nosotros, cierto, pero no hubo feeling y estábamos bien como estábamos (quizás ellos pensaron lo mismo).
 

 

Enseguida de partir empezamos a darnos cuenta del porqué del económico precio del tour. El barco, bastante aviejado, viró completamente. Dio la vuelta para recoger el pez de mediano tamaño que todos acabábamos de ver muerto, flotando, seguramente por la contaminación en la zona del puerto. ¡Sí! Posteriormente había pescado para comer. Una bandeja con rodajas de pescado que nadie tocó. “Aquí aprovechan todo”, nos pareció entenderle al ruso en su idioma natal.

El sol comenzó a salir y a ganar fuerza hasta que el cielo se despejó. Pudimos disfrutar del paisaje de Ha Long en versión soleada. Nos bañamos en sus aguas incluso, en una de las paradas técnicas, cogimos unas piraguas (estaban incluidas) y remamos a nuestra bola durante media horita aproximadamente.
 

 

Mientras el barco estaba nuevamente fondeando y tras pegarnos el último baño, ante el asombro de los demás, apareció un pequeño bote de madera a motor que venía a buscarnos. ¡Bye bye Ha Long!
 

 

Nos habían guardado las mochilas en la Agencia y llegábamos a  tiempo para, seguidamente, coger el autobús que nos acercaba a otro puerto, atravesando la isla de sur a norte, para subirnos a un “fast boat” (barco rápido) que nos trasladaba a la localidad costera de Hai Phong. Y en el puerto de esta ciudad, cogimos otro autobús que nos llevó a…no lo sabemos. Nos “tiraron” en una calle en la cual, cuando llegamos, los moteros y taxistas forcejeaban en la puerta del autobús para, al abrirse ésta, ofrecernos sus servicios para transportarnos.

Nuestra cabezonería frente a lo pesados que ellos se ponen provocó que hiciésemos el canelo y que casi perdiéramos el último autobús a Ninh Binh. Caminamos unos 2 o 3 kilómetros con las mochilas a cuestas hasta que, preguntando por señas (ni dios sabía inglés) topamos con la estación. El autobús a Ninh Binh partía en escasos cinco minutos. Rozando la tragedia.

¿Cuál fue nuestra sorpresa? Estábamos subidos en otro sleeping bus para un trayecto de únicamente 3 horas. Además, el conductor era el vietnamita más idiota con el que hasta el momento habíamos topado. ¡De locos! Nos gritaba para que nos diéramos prisa y con el autobús semivacío nos exigía coger asientos concretos. ¿Cuáles? Los más cutres, una especie de escalones supuestamente acolchados que no eran asientos ni butacas (de verdad, muy difícil de describirlos), perfectamente diseñados para dejarnos allí las espaldas.

Así que no le hicimos caso y cogimos las plazas que nos dio la real gana puesto que la mayoría de ellas estaban libres. Tuvimos que gritarle más alto para que dejara de gritarnos como un energúmeno. No entendía el inglés, de acuerdo, razonable; ni los gestos que le hacíamos. Vamos, que no nos estaba haciendo ni p… caso. Así que decidimos aplicar otro idioma internacional: el “grito pelao”.

Y sobre las 10:30-11:00 p.m. llegamos por fin a Ninh Binh. Más moteros esperándonos y otra vez una ciudad grande, sin tener ni repajolera idea de dónde c… nos habían dejado.

Aprendida la lección unas horas antes, escuchamos a uno de ellos, un señor mayor de aspecto amigable. Nos decía que nos llevaba gratis a su hotel y que éste era “cheap, cheap, cheap”. Entre que nos lo pensábamos, en esa calle sólo quedábamos nosotros tres y dos moteros. Así que aceptamos. No tuvimos más remedio que probar a ir tres en una moto, Aritz y Jon, con el señor mayor y Shandra con el otro.

Aceptamos y… acertamos. Los del alojamiento Mini Queen Hotel resultaron ser gente muy maja y el alojamiento realmente estaba muy bien y era “cheap, cheap, cheap”.

Al día siguiente, alquilamos 2 motos y fuimos a descubrir lo que llaman Ha Long en tierra.





El paseo en barquita por Tam Coc, aunque muy turístico, merece la pena.


Templos y pagodas, pero de visita obligada la pagoda Bich Dong, que se observa en lo alto de la colina mientras disfrutas del paseo en la barca.
 

 


Nos costó encontrar el camino para llegar en moto entre arrozales y, al llegar, antes de subir, nos encontramos con una pareja de Sevilla, David y Susana (bueno, perdón, Susana es canariona) y les convencimos para subir poco a poco porque los veíamos algo dubitativos. El esfuerzo de subir las empinadas escaleras mereció la pena por la gran recompensa al llegar: ¡una vista espectacular!
 

 


Al descender nos despedimos de ellos. Pero fue una despedida momentánea puesto que nos los volvimos a encontrar, tras pasar un rato agradable con unos ancianos de la zona (curiosamente, todos ellos guardaban un gran parecido con Ho Chi Minh).

 


Cenamos con la pareja cerca de la estación de trenes antes de que ellos partiesen hacia su siguiente destino en tren nocturno. Fue un placer, muy buena  gente. Todavía pudimos despedirnos de ellos varios días después en Saigón, cuando ya marchaban para su casa, felices por todo lo que habían vivido y disfrutado.

Aquí nos despedimos nosotros también hasta el siguiente post con más historietas por tierras vietnamitas.

Un abrazo para tod@s!!

HASTA PRONTO