Tras navegar a través de los preciosos
paisajes de Nim Binh, a la mañana siguiente nos trasladamos en autobús de nuevo
a Hanoi (3h aproximadamente).
Habíamos reservado unos billetes de
avión desde Hanoi hasta Hue con la compañía low cost Vietjetair por tan solo 12€!!
El precio de este trayecto en tren es de unos 30€, así que ni nos lo pensamos.
Teníamos que pasarnos por una de las oficinas de esta compañía aérea para efectuar
el pago y una vez allí, vistos los precios, decidimos consultar otros destinos
para movernos por Vietnam.
Reservamos los billetes: Hue - Ho Chi
Minh, Ho Chi Minh - Phu Quoc, Phu Quoc - Ho Chi Minh. Así nos evitaríamos
largos trayectos teniendo en cuenta que Vietnam tiene más de 2000km de largo;
además, visitaríamos la isla de Phu Quoc.
Desde la estación de autobuses,
buscamos una forma barata de desplazarnos hasta el aeropuerto. Preguntamos en
las taquillas cómo llegar en transporte público. Como viene siendo habitual en
este país, no nos entendían y nadie hablaba inglés; utilizando la mímica,
gestos y alguna palabra que hemos aprendido en vietnamita nos ayudaron para
hacernos entender.
El recorrido fue: estación de autobuses,
bus local nº 16, parada en Cau Giây y bus nº 7 al aeropuerto (Noibai airport). Tardamos
unos 45 minutos y el precio fue baratísimo. La siguiente parada sería Hue.
Unos días antes de que llegara Aritz,
estuvimos visitando esta misma ciudad y también nos pudimos dar unos chapuzones
en las playas de Danang. En Hue nos alojamos en el Guest House Ngoc Lan, (dir.:
2/11 Vo Thi Sau), económico y recomendable. Hicimos amistad con Thuy la dueña
de la casa, que hablaba algo de inglés y fue muy amable con nosotros. El
alojamiento se encuentra en una zona muy turística llena de bares, hoteles y
restaurantes pero está bien ubicado.
Lo peor de todo era sin duda el acoso
constante que recibíamos como turistas: restaurantes con chicas en la puerta
que te invitan a ver su menú, chicas que reparten flyers de pubs, moteros que
te ofrecen llevarte a cualquier lado, conductores de ciclos, mafiosillos que te
ofrecen marihuana…etc etc….
No puedes dar dos pasos sin que
alguien te ofrezca algo y esto resulta muy cansino, agobiante y agotador; por
eso mismo evitábamos estar mucho por allí y sólo íbamos al final del día para
cenar.
Allí dejamos la mitad de nuestro equipaje pues
volveríamos en unos días con Aritz. Las mochilas grandes pesan unos 15kg y fue
un alivio poder viajar esos días con la mitad de peso.
La segunda vez en Hue, con nuestro
amigo, no tuvimos suerte con el tiempo y llovió bastante pero eso no nos
impidió ver la ciudad y pedalear por sus calles.
Visitamos su ciudadela, declarada
Patrimonio de la Humanidad en 1993, la verdad es que su interior nos decepcionó
un poco pero creo que fue porque no paraba de llover. La ciudadela está
bordeada por unas murallas y a su vez por el río Perfume. Hay varias puertas
para poder entrar y merece la pena darse la vuelta entera por la zona. A media
tarde, la ciudadela la recorren paseando y en bici vietnamitas que viven por la
zona.
Hay varias pagodas templos y museos
para visitar y, sin duda, perderse por sus calles y mercados merece la pena.
De Hue nos fuimos en bus a Hoi An, una
pequeña ciudad costera, declarada Patrimonio de la Humanidad.
Al llegar, una vez más, buscamos alojamiento
y encontramos un Hotel económico bastante rápido. Alquilamos unas bicis por 1€
y nos dimos un agradable y caluroso paseo de unos 6kms hasta la playa. Cuando
ya por fin veíamos al fondo el mar, un hombre con una gorra nos indicó que
teníamos que aparcar las bicis en un parking y pagar, claro, 5.000 dongs…¿Cómo?,
¿Por qué? Ni hablar, estábamos hartos y muy cansados de regatear para todo y de
andar con mil ojos para que no nos timaran; no le íbamos a pagar (insignificantes
0,15€) ¡por aparcar una bici! Bordeamos una plaza y tranquilamente accedimos a
la playa, gratis, como debe ser.
Nos dimos un bañito y descansamos un
rato. Ya al irnos, empezaron a bajar a la orilla un grupo de asiáticos de
nacionalidad desconocida, tal vez chinos, japoneses, koreanos; en su mayoría
mujeres. Es muy gracioso verles cómo se hacen fotos en la orilla con sus
mejores poses, vestidos y pamelas; pero casi nunca se bañan.
El casco antiguo de Hoi An es precioso
y además se puede pasear libremente por sus calles pues está cerrado al
tráfico, algo que se agradece después del caos circulatorio de las grandes
ciudades.
El puente cubierto japonés es el punto
más característico de la ciudad y está construido en madera y piedra.
Allí nos subimos a un barquito que nos
dio un paseo de unos treinta minutos por el río Thu Bon, por poco más de 1€.
Una vez que cruzamos el puente japonés,
encontramos pequeñas tiendas que vendían artesanía y algunos restaurantes; todo
ello en una zona tranquila y sin coches.
Una de las cosas más llamativas de Hoi
An por la noche son sus cientos de farolillos de colores que se iluminan.
Cruzamos otro puente y nos dimos un
paseo por el night market en el cual nos atosigaron para que comprásemos algo.
“Buy me something please, happy hour,
buy one and get one free”; ¡jajajaja! Muy gracioso.
Cenamos y nos retiramos al hotel
después de un largo día.
Aquella noche los chicos intentaron
ver, sin éxito, el partido que jugaba la Real Sociedad contra el Manchester
United; partido de Champions y ellos sin poder disfrutarlo, no hubo suerte y no
lo televisaban.
Al día siguiente alquilamos unas motos
y visitamos la montaña del agua llamada Thuy Song, la más visitada de las
Marble Mountains, muy cerca de Danang.
Las Marble Mountains (Montañas de
Mármol) son cinco montañas que representan estos cinco elementos: metal,
madera, agua, fuego y tierra.
Subimos por unas empinadas escaleras a
pleno sol, pero una vez arriba disfrutamos de sus pagodas grutas y cuevas.
Antes de llegar al acceso de entrada
hay varias calles repletas de canteras de mármol con cientos de figuras
esculpidas. Se puede ver a trabajadores esculpiendo esta piedra y hay muchas
tiendas para poder comprar enormes budas, leones y demás esculturas. Unos
chicos de una tienda nos contaron que muchos ingleses y americanos compraban
esculturas para sus casas y jardines; ¿Os imagináis con una dentro vuestras
casas?
En tan solo 15minutos llegamos a
Danang. Recordábamos su hermosa playa de arena blanca y agua cristalina pero no
encontramos el mismo paisaje puesto que el tifón había pasado por allí, por
suerte, después de nuestra primera estancia y antes de la segunda.
La arena estaba llena de ramas, hojas,
palos y basura y, alrededor de la playa, había muchas palmeras caídas.
El autobús de vuelta a Hue salía las
14h por lo que comimos algo rápido; noodles y arroz con pollo (para variar).
Al poco de salir el bus paró en mitad
de una calle de Danang… ¿Avería?, Si señor…
Esperamos unos 20minutos en un bar, y
cuando todos pensábamos que vendría otro autobús, apareció nuestro chófer con
todas las manos y la cara negras. Había conseguido repararlo.
A la media hora volvió a parar:
30minutos en el maldito bar donde tienen acordado parar para que los turistas
nos dejemos unos cuantos dongs en comida y bebida. Buen negocio. Eso sí,
¿Llegaríamos algún día a nuestro destino? La distancia entre Hoi An y Hue es de
unos 100kms, ¿Cómo es posible que tardásemos más de cinco horas? Pues sí, todo
es posible en Vietnam.
Llegamos cansados y con mucha hambre, y esa
noche, como excepción, decidimos comer algo más occidental (Pizza, Burger...).
Aprovechamos para contaros algunos
detalles sobre la comida Vietnamita:
Según las guías y foros estamos ante
una de las mejores gastronomías del mundo, pero personalmente no lo hemos vivido
así. Tras dos meses viajando por Tailandia y Laos, en Vietnam no apreciamos
grandes diferencias:
-Springs rolls (rollitos vietnamitas o
de primavera)
-Fresh springs rolls (rollitos crudos
envueltos en papel de arroz). A veces vienen con sorpresa: hojas verdes
variadas, mentoladas, hierbabuena, incluso nuestro querido y ya odiado
cilantro.
-Arroz frito o cocido (steam rice):
con pollo, con cerdo, con verduras, con pescados, con mariscos etc…etc…etc….
Mucho aloz! (casi siempre poco de lo otro).
-Noodles (fideos largos de arroz): la
misma historia, arroz con la misma poca cosa.
-Sopas variadas: el desayuno favorito
del vietnamita.
Por lo tanto, podéis imaginar que los
menús son más largos que la biblia, pero siempre acabas comiendo lo mismo. Sí,
es muy barato, pero al final es mucho arroz y poco condimento. ¿Dónde están las
txuletas, los pimientos del piquillo, las croquetas, el jamón…?
Bueno, no nos quejemos tanto. Seguramente
existan exquisiteces que no hemos podido probar, debido a nuestro presupuesto
“low cost”. Puede ser eso…o no.
Normalmente solemos detallar qué
visitamos y cómo llegamos a los diferentes lugares a los que viajamos.
Pero en este post, además, queremos compartir
con tod@s vosotr@s, algunas costumbres y algunos hábitos del pueblo vietnamita.
Los
escupitajos: Recordamos el primer día en el que mientras caminábamos
tranquilamente, escuchamos un escupitajo; muy ruidoso y desagradable. Pensamos
por un momento que se trataba de un animal pero no; nos dimos la vuelta y se
trataba de aquel señor con la camiseta subida hasta el pecho, panza al aire, y
pitillo en la boca. Es algo habitual que se repetiría día tras día, tanto en
hombres como en mujeres. En Vietnam no está mal visto y todos escupen en
cualquier esquina.
Los
“paluegos” y las habilidades con los palillos bucales:
que utilicen
palillos…hasta ahí normal. Lo llamativo está en cómo los utilizan; abren la
boca como el león de la Metro y, metiéndose la mano entera en la boca, extraen
habilidosamente el “paluego”. Bastante desagradable para nuestros ojos
occidentales.
Los
eructos: otro clásico, te están hablando y……. Bop! Eructo al canto
“in your face”.
Los
piojos: Hemos visto a muchas mujeres que entre ellas se hurgan en
la cabeza. Se quitan los piojos con pinzas o con los dedos. Puede ser normal… o
no: una vez cazado el piojo…. ¡Raca, para dentro!, se lo comen; sí, sí, que se
lo comen. Imaginaos nuestras caras cuando vimos esto.
Las
siestas: ¿Será el
calor?, ¿Jornadas laborales interminables? No lo sabemos pero lo cierto es que
se duermen en cualquier esquina. En el trabajo, mostradores, puestos callejeros
e incluso encima de sus motos.
A medida que íbamos observando todo
esto, nuestra primera reacción fue alucinar y pensar: ¡Joder, que guarros! Pero
lo cierto es que simplemente son sus hábitos.
A nosotros nos enseñaron que haya
dónde fueres, haz lo que vieres, ¿No? Pues hala.
Para terminar, otro detalle
característico de este país: el tráfico.
¡Uff! el tráfico, lo nunca visto…. El
caos circulatorio en la mayoría de las ciudades es inimaginable. No sólo por la
cantidad de las motos, sino por la forma de conducir. Para el peatón cruzar la
calle es una aventura de alto riesgo. No esperes que paren, si los ves frenar
será levemente, solo para esquivarte. No hay stops, no hay ceda el paso; bueno
si, únicamente como adorno. Tampoco hay sentidos ni direcciones; todo vale. No
hay ley ni lógica alguna. Intermitente, ¿para qué? pito luego voy o me
meto…ostias, que viene uno de frente en dirección contraria. Tres, cuatro,
incluso cinco van en una misma moto, ¡¡¡alegría!!! Y ya, si eso, la moto puede
transportar todo tipo de objetos, más grandes que la propia moto.
En medio de esa jungla hemos circulado
en moto, a veces desternillándonos y otras no tanto.
Lo cierto es que, a pesar de todo
esto, no vimos ningún accidente. Ellos se entienden y respetan dentro de su
propio caos en orden.
Os seguiremos contando como fue
nuestro viaje de un mes por Vietnam en el siguiente post.
Si váis a viajar a este país y queréis
más información no dudéis en enviarnos un email.
A los que nos leéis, gracias por estar
ahí.
Más aventurillas próximamente.
HASTA PRONTO.