domingo, 24 de noviembre de 2013

PHU QUOC, UNA ISLA EN CONSTRUCCIÓN.


Si cualquiera de vosotros prueba a buscar en Google imágenes de esta isla, podréis observar fotos preciosas de playas paradisiacas (aunque la foto que va a continuación es sacada por nosotros eh...).
 

 
Estábamos entusiasmados y felices por poder pasar unos días en la isla.

Llegábamos, como de costumbre, sin nada reservado ¿Dónde dormiríamos esa noche?

Al llegar al aeropuerto buscamos la forma más barata de acceder a Duong Dong, el pueblo más urbano y poblado situado en el centro de la isla. Finalmente, un botones de un hotel nos ofreció llevarnos en su furgoneta previa negociación de un módico precio. 

Preguntamos en algunos hostels y guest house los precios de las habitaciones pero no nos convencieron. Optamos por ir a la zona de Long Beach, nos llevaban unos moteros por 20 bahts (medio euro) y encontramos unos bungalows tipo apartamentos con baño dentro y frente al mar; bueno, bonito y barato.
 

Lo primero que hicimos tras instalarnos: nos dimos un señor baño, el agua estaba muy caliente y la playa era larga, tal y como su nombre indica, de arena fina y blanca. Toda la zona estaba llena de resorts y restaurantes a pie de playa, lo que quitaba un poco de encanto al paisaje,  pero por suerte no había muchos turistas.
 

 
El segundo premio fue cenar en un restaurante de la playa un rico pez a la brasa...uhmmmmm cuánto tiempo sin saborear un rico pescado y a la brasa!!!; delicioso (...y barato).

Al día siguiente madrugamos y alquilamos unas motos, queríamos recorrer la isla y ver sus playas.

Lo cierto es que nos llevamos una amarga sorpresa al comprobar el estado de las carreteras. Pavimentos sin asfaltar con agujeros, gravilla tierra e incluso barro.



 
Todo ello hacía que los accesos a las playas fueran complicados y sólo aptos para conductores de motocross. Además nos cayeron bastantes chaparrones, para variar y para dificultar aún más la tarea. Y para ponerle la guinda al pastel...no había ningún tipo de señal o cartel indicando las playas.  

Imaginaos cuando decidíamos preguntar a alguien... era complicadísimo, ni enseñando el mapa y señalando el nombre de la playa. Te decían que sí con la cabeza y listo. Cuando preguntábamos si íbamos bien en aquella dirección, siempre decían que sí!!!! Nos dimos cuenta que cambiábamos de brazo y de dirección y también era que sí !!!La bomba!!! A todo dicen que sí.
 
Vale, gracias amigos habitantes de Phu Quoc, sois muy positivos... pero, coño, nos perdimos innumerables veces; hemos llegado a salir a las 15 p.m. en busca de una playa de ensueño al norte de la isla, perdernos por senderos y caminos embarrados por bosques...pensar durante horas que estábamos llegando, hacérsenos de noche...y el desenlace: no llegar a ver aquella playa (existen teorías sobre su no existencia). 

Mirar que carreteras y caminos recorrimos por la isla:

 
 
Una de las playas más famosas de la isla es Sao Beach. Fuimos hasta allí, y nos costó llegar, por cierto. Sí...nos costó allegar dos días.
Nuestro imán para con las nubes seguía intacto. Tomamos la decisión de tirar para el sur de la isla (luego nos dijeron que en el norte estuvo todo el día despejado). Comenzó a diluviar. O a llover a cántaros, como más os guste imaginarlo. En esta ocasión no decidimos parar. No. Solamente nos vimos obligados a ello por una de las motos; como si se tratase de una broma...pop...pop-pop...poooop...se quedó sin gasolina. Tras arreglar el desaguisado no nos quedó más remedio que regresar a nuestro bungalow empapados a seguir escuchando como la lluvia golpeaba con fuerza nuestro techo. No nos quedó otra que ver una película (gracias Aritz, por traernos unas cuantas) y "robar" más wifi que nunca. 
 
Al día siguiente, entonces, es cuando  conseguimos llegar a Sao Beach. Esperábamos encontrar una playa paradisiaca pero no fue así. La playa estaba bastante sucia, tanto el mar como la orilla; desconocemos si era debido a la meteorología.
 
Nada de ello impidió que nos bañásemos y relajásemos un ratito, claro. Comimos en un chiringuito arroz con pollo creo, para variar un poco la dieta, y de postre un café con hielos riquísimo.
 

 
Todas las noches en el pueblo de Duong Dong hay un night food market exclusivamente de pescados y mariscos.

Todos los comerciantes te invitaban a sentarte en sus mesas y a elegir el pescado que quisieses comer. Regateamos el precio (todo, absolutamente todo, se debe negociar en Vietnam), y cenamos otro pez a la brasa, este no tan bueno como el del restaurante de la playa.
 

 
Hemos decidido poner el título de Phu Quoc, una isla en construcción  a este post porque se trata de una isla en la cual están construyendo muchísimo, demasiado incluso. Resorts, hoteles, viviendas etc….

La estampa de algunas “carreteras” era esta:
 

 
 
 


¿Recomendamos visitar la isla? Sí y no.

Depende de lo que busque el viajero.
 

 
Ya en el avión de vuelta a Saigón, coincidimos de nuevo con Susana y David, los dos viajeros simpatiquísimos que conocimos en Tam Coc. Ellos habían disfrutado de cuatro días de auténtico relax en la isla y volvían ya para Sevilla esa misma noche.

Al aterrizar empezó a sonar una musiquilla que se nos hacía familiar….tiriririririri, tiririririri, tiririririri, pipipipi, pajaritos por aquí, pajaritos por allá, lalalala papapapa!!! ¿Cómo? Estaba sonando esa canción en un avión de una compañía vietnamita? Jajajaja!!!

Nos dijeron que el piloto era de habla hispana. ¿el tema favorito del piloto? ¿O tal vez a los trabajadores/azafatas les gustaba aquella melodía?

Que cosas…

El próximo post será el último capítulo de Vietnam: ciudad de Ho Chi Minh (Saigon) y el Delta del Mekong.

 

HASTA PRONTO.

 

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