lunes, 23 de diciembre de 2013

PHNOM PENH: VISITA A UN NEGRO PASADO


Nuestra primera parada en Camboya, tras los trámites oportunos para pasar la frontera con Vietnam fue en su capital, Phnom Penh.

Camboya es un país con un pasado reciente trágico. Episodios históricos escritos con sangre derramada de forma terrorífica.

Imaginemos por un momento que entre un cuarto y un tercio de la población del país donde vivimos es aniquilada a manos de otros compatriotas. Una locura difícil de pensar y de digerir.

Eso fue lo que estaba sucediendo en Camboya sin que el resto del mundo lo supiera, a mediados de la década de los 70. Un genocidio cometido por los Jemeres Rojos, encabezados y manipulados por su líder Pol Pot.

Pol Pot, un camboyano de familia de clase más bien alta, culminó sus estudios en Francia, donde se afilió al Partido Comunista. Al regresar a Camboya fundó el partido de la misma ideología con el que llegó al poder. En aquel instante comenzó su locura; sus ideas derivaron en paranoia y en este terrible genocidio.

El dictador pensaba que la verdadera fuerza del país estaba en el campo. Los campesinos eran los “viejos” y los verdaderos valedores del país. En base a ello obligó a los habitantes de las ciudades, los “nuevos”, a marchar al campo. Paradójicamente, este marchar al campo era más bien un regresar para la gran mayoría, puesto que muchos campesinos acababan de emigrar e instalarse en las ciudades en busca de nuevas oportunidades.
 

 
Quería incrementar la producción del campo, algo muy difícil por mucho que obligase a trabajar a casi toda la población del país. El arroz tenía que ser algo común a repartir de forma equitativa. Nada más lejos de la realidad, con el dinero de las cosechas compraba armamento y financiaba sus atrocidades.

La gente era obligada a labrar el campo contra su voluntad incluyendo a niños y ancianos. Y la locura fue a más; cualquier atisbo en alguien de modernidad o intelectualidad suponía el arresto, la tortura y su triste final.

Los límites impensables eran superados constantemente: cada vez más personas eran conducidas en camiones hacia su cruel muerte. Hombres, mujeres, ancianos y niños eran engañados para evitar el pánico. Les hacían creer que les llevaban a sus nuevas casas construidas por el gobierno, cuando realmente se dirigían hacia campos de concentración y exterminio. El número de gente que iba llegando a estos campos iba aumentado gradualmente con el paso de los días.

Las ciudades quedaron vacías. Phnom Penh era una ciudad fantasma. Y así fue como se fue consumando esta atrocidad.

Nosotros tuvimos la oportunidad de visitar uno de estos “killing fields”, campos de exterminio, a las afueras de Phnom Penh. Choeung Ek Genocidal Center ha sido preparado como centro de homenaje a las víctimas y lugar en el que dar a conocer al mundo todo lo que ocurrió mientras la ONU y el mundo seguían su curso con una venda puesta en los ojos.
 

 
Profundizar en este triste episodio histórico te impacta y te resigna aún más y hemos querido dedicarle este post. Lo hemos creído necesario. Puede parecer desagradable y puede herir a buen seguro vuestra sensibilidad…pero no será nada en comparación con lo que este pueblo tuvo que sufrir en aquellos tiempos, con las secuelas aún hoy palpables.

Son, por nuestra parte, pinceladas y reseñas de la historia de un pueblo y de una gente que nos ha encandilado, que lucha día a día con una sonrisa en sus caras por salir adelante. Un episodio imposible de olvidar. Pero ya no puede haber nada peor que aquellos momentos sufridos. Es un ejemplo de superación de todo un pueblo.
 

 
También visitamos un colegio convertido en prisión y lugar de ejecución de numerosas personas: profesores y periodistas nacionales o extranjeros, entre otras personas, que quisieron mostrar esta verdad al resto del mundo y, por ello, eran torturados y ejecutados . El colegio Tuol Sleng (S-21) ahora Museo del Genocidio se mantiene en gran medida como lo encontraron las tropas del ejército de liberación. Fue otra visita que nos encogió aún más el corazón y nos revolvió el estómago.
 
 

 
Es difícil mezclar con todo lo dicho hasta ahora comentarios al margen de estos atroces acontecimientos. Se nos ha hecho imposible obviarlo y escribir un post diferente. Podríamos contaros que paseando por las calles de Phnom Penh hemos observado preciosos templos, esculturas, plazas, parques o el bonito paseo al borde del río Mekong. Pero lo que realmente hemos apreciado son los rostros de las gentes. Tanto aquí en Phnom Penh, como en las paradas en pueblos en el trayecto hacia Siem Reap, como en el mismo Siem Reap y como en el trayecto desde Siem Reap hasta la frontera, lo que más nos ha gustado en esta corta visita a este país han sido las sonrisas de los camboyanos, los intercambios de miradas y su humildad. Son los rostros de la esperanza de un pueblo y el reflejo en sus miradas de la superación y de la calma que siempre llega tras la tempestad pasada.
 


 
El próximo post será sobre la antigua ciudad de Angkor, cuyas ruinas nos embrujaron y nos hicieron viajar en el tiempo. Nos despedimos hasta entonces deseándoos unas felices fiestas y enviándoos muchos besos y abrazos desde el otro lado del ordenador y del planeta.

 

HASTA PRONTO.

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