domingo, 23 de febrero de 2014

RUMBO AL PARAISO, 1ª PARTE: ISLAS DEL GOLFO DE TAILANDIA


Sobre Las 03,30 a.m. sonó el despertador. La pereza es menor cuando sabes que en unas 12 horas vas a plantarte en una isla que intuíamos que probablemente iba a encajar en la definición de paraíso.

Así que nos trasladamos a pie al punto en el que nos recogería el autobús que nos llevaría hasta Chumphon. Dormimos plácidamente hasta que llegó a su destino. Da gusto despertarse y volver a encontrarse de frente con el mar. Más cuando la costa está pegada a un paisaje selvático que la adorna. Empezábamos a darnos cuenta de la preciosidad del lugar al que nos dirigíamos.

Nos subimos al ferry motivados e ilusionados.


Pequeña parada en Koh Nang Yuan, una islita muy coqueta contigua a la isla a la que nosotros nos dirigíamos, donde se subieron al ferry numerosos turistas que habían pasado el día en ella. La compañía aprovecha el viaje y los recoge.


Y pocos minutos más tarde llegábamos, por fin, a nuestro destino: Koh Tao.

Koh Tao, cuyo significado literal en thai es “isla tortuga”, tiene una superficie de 21 kilómetros cuadrados y mide unos 8 km de largo.

Al llegar al pequeño puerto los taxistas y personal de los distintos alojamientos pueden llegar a agobiar. No fue nuestro caso; las palabras mágicas fueron mencionar nuestro alojamiento, a cinco minutos caminando según sales del puerto hacia la derecha (Bungalows Kalaphanga, 300 bahts la noche, 7 euros y medio a dividir entre tres).

¡Estábamos instalados! Podemos afirmar lo que intuíamos, se cumple con creces: si acompaña el tiempo, ¡prepárate a disfrutar del paraíso!

Alquilamos un par de motos para explorar la isla. No es fácil. La isla es muy accidentada tanto por su orografía (muchas colinas y continuas subidas y bajadas) como por las estadísticas de caídas en moto, ya que los caminos no son buenos; muy pocos están asfaltados y la mayoría son de tierra, barro y enormes baches y surcos ocasionados por las lluvias.


Recomendación: alquilar scooters pero con ruedas de tacos preparadas para esos caminos. Conseguimos terminar sanos y salvos toda la estancia y nos recorrimos toda la isla huyendo de las zonas más masificadas.


También alquilamos sendos juegos de gafas, tubos y aletas para hacer snorkeling; como siempre negociando y consiguiendo módicos precios. Y todo ello para disfrutar de todo lo que nos encontramos debajo del agua. Espectacular, sorprendente e increíble. Especialmente en Shark Bay, nadando entre tiburones de mediano tamaño (no peligrosos, que no cunda el pánico), tortugas y coloridos bancos de peces.


Es sin duda uno de los paraísos para los amantes del submarinismo. No nos imaginamos lo que podríamos encontrar haciéndolo, yendo mar adentro.

Nos contentamos y nos bastó con el snorkeling. Tenemos que decir que de lo impresionante que fue, el primer día se nos pasaron las horas pitando en el agua y nos quemamos la espalda y los siguientes días nos tuvimos que bañar previo embadurne en crema protectora y con camiseta.

Las puestas de sol son espectaculares. La moto nos permitió acceder a un mirador impresionante en lo alto de una colina. Sin palabras.


Y a la noche nos quedábamos embobados, casi en trance, observando la luna y las estrellas así como su reflejo en el agua desde las hamacas del chiringuito de nuestro alojamiento.

Fueron unos días inolvidables. Tanto que, a lo mejor, iban a pesar en los posteriores días en forma de nostalgia debido al mal tiempo en las otras dos islas.

Tal y como planeamos, cogimos temprano a la mañana un ferry que nos trasladaba a Koh Phangan (o Koh Pha Ngan). Uno de los motivos fue poder vivir en directo la fiesta que cada luna llena se celebra en una de las playas de esta isla, la mítica Full Moon Party.

Así que llegamos, alquilamos de nuevo dos motos y nos instalamos. Disfrutamos de un primer baño magnífico. Luego marchamos a una plaza con un montón de puestos de comida thai como nos gusta, rico y barato.

Al día siguiente, el día de la fiesta, por la mañana, sufrimos y a la vez disfrutamos viendo el gran diluvio universal!!!

Al mediodía, el tiempo dio tregua y nos fuimos con la moto a explorar un poco la isla, bastante más grande que Koh Tao. Paramos para dar de comer a un par de elefantes (Jon no había tenido aún ocasión de visitarlos) en un lugar donde los cuidan pero a su vez también los explotan para hacer tours con los turistas. No pagamos entrada ni nada, simplemente compramos un par de racimos de plátanos para dárselos con permiso de los dueños.


Tras ello, nos dispusimos a visitar unas cascadas. Nos volvió a caer el diluvio y, con los caminos embarrados, llegar al río supuso toda una aventura y volver al bungalow una odisea.


Nos tomamos un descanso y partimos a disfrutar de la Full Moon Party en la playa. El tiempo respetó. De 8 p.m. a 4 a.m. el ambiente estuvo genial. Nos retiramos y desconocemos si más entrada la madrugada aquello degeneraría.

Y de Koh Phangan, nos fuimos a Koh Samui, la más grande en dimensiones de las tres. El tiempo no acompañó. Más bien, como decía nuestro amigo Jon, aquella nube negra nos perseguía y las gotas de agua en moto son como chinchetazos en la cara. Nuevas aventuras y odiseas en moto, parando en plenos diluvios universales en las casas de los locales, que nos prestaban cobijo amablemente y con los que charlábamos hasta que la lluvia amainaba.

Nos despedimos de Jon en esta isla. Él regresaba de sus vacaciones y nosotros pretendíamos llegar a Krabi, desde donde queríamos partir para explorar otras islas, las del Mar de Andamán. Pero eso lo dejamos para el siguiente post.

Os dejamos un enlace del video que Jon editó de estos días inolvidables que compartimos los 3 juntos. Eskerrik asko Jon!!
https://www.facebook.com/photo.php?v=579975178746646

HASTA PRONTO.

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