El
día anterior a marchar de Ayutthaya, preguntamos en nuestro Guest House como ir
hasta Kanchanaburi. Habíamos variado la ruta, ese mínimo previsto, descartando
el plan de ir a Sukothai. Nuestro viaje nos permite variar, improvisar y tomar
decisiones sobre la marcha; lo cual nos encanta.
El
precio que te dan en los Guest House u otras agencias para los transportes de
una localidad a otra es bastante más caro que coger por tu cuenta un bus o
furgoneta “Van”. Ellos lo justifican con que te recogen en la puerta de tu
alojamiento y te llevan directamente a tu destino. No dejan de ser unas
furgonetas que, además, van parando en el camino para que suba y baje gente a
lo largo del trayecto; vamos, un rollo.
Así
que lo que hicimos fue coger por nuestra cuenta una de esas mismas furgonetas
que paraba a la vuelta de la esquina del alojamiento con destino a Suphanburi
por 80 bahts, y en Suphanburi un bus local hasta Kanchanaburi por 50 bahts.
En
total pagamos por persona 130 bahts frente a los 400 bahts que nos pedían en la
agencia.
Una
vez más llegábamos a una nueva ciudad sin ninguna reserva y con la
incertidumbre de donde dormiríamos aquella noche.
Calor
pegajoso, mochilas pesadas y, ¿hacia dónde ir?
Conseguimos
un mapa de la city y nos montamos en un bus local que nos acercaba a la zona
turística donde poder buscar alojamiento. Nos bajamos y cuando íbamos a empezar
a caminar, paró un coche.
Una
señora tailandesa de unos 60 años muy elegantemente vestida y con un inglés
bastante bueno, nos preguntó hacia dónde íbamos. Nos invitó a entrar en su
coche y por un momento nos sentimos en una etapa del programa Pekin Express,
montados por primera vez en un coche de un local.
Nos
llevó a un Guest House que eran unas cabañitas de madera muy chulas y
económicas a orillas del río Kwai.
Estábamos
muy agradecidos y a la vez sorprendidos por tal gesto de amabilidad. Ella
irradiaba felicidad y no paraba de sonreír; sabía que nos había ayudado.
Nos
invitó a pasar por su casa aquella misma tarde para ir juntos a ver el histórico puente sobre el río Kwai
y, claro está, no podíamos negarnos.
Así
pues, por la tarde visitamos con nuestra nueva amiga Nutee el famoso puente.
Tomamos un café en una terracita flotante en el río y cenamos todos juntos.
La
cena estaba muy rica, nos gusta la comida Thai, pero esta vez Jon sufrió
bastante con el picante. Pidió una ensalada de Papaya, como Nutee, y no se
esperaba que el aliño fuese tan picante, debido a unas cuantas rodajas de chile; tendríais que verle sudando sin parar, pobre…........ ¡fue divertido!
Risas,
fotos y conversaciones varias durante la cena.
Nos
transmitió muchísima ternura y cariño.
Al
terminar aquel día pensamos en lo fácil que es a veces ayudar a los demás y lo
poco que lo hacemos. Cada uno de nosotros habrá hecho alguna vez “una buena
acción” o “la acción del día” y sabemos que después te sientes bien e, incluso,
te sale una sonrisa inmediata.
Ella
quiso ayudarnos ese día y compartió su tiempo con nosotros..
Al
día siguiente fuimos al Parque Nacional de Erawan, para poder visitar sus
cascadas.
Todas
las guías y foros que habíamos leído recomendaban visitarlas y por ello, fuimos
hasta Kanchanaburi; y la verdad que nos llevamos una pequeña desilusión.
Nos
encontramos con una masificación de turistas y autobuses. Había varias
cataratas, cada una a un nivel y lo primero que hicimos fue subir hasta arriba
(7º nivel).
Después
de la subida, algo dura por el calor y la humedad, esperábamos ansiosos el premio de poder
bañarnos.
Fue
meter un pie en el agua y sentir que los peces te mordisqueaban los pies, ¡¡¡horror!!! Eran peces
bastante grandes y la sensación un tanto desagradable. Shan no paró de emitir
grititos cada vez que intentaba entrar en el agua y Jon se bañó y disfrutó de
la cascada.
Al
llegar de Erawan decidimos alquilar una moto para, al día siguiente, visitar
por nuestra cuenta otro Parque Nacional que leímos que no era tan turístico.
Madrugamos
y montados en la moto nos dirigimos hacia
el P.N. de Sai Yok, disfrutando de los paisajes y de la sensación de
libertad que nos aportaba la moto.
Impresionante
la anécdota de encontrarnos en la carretera de vuelta con un montón de monos...muy
monos ellos.
Ya de vuelta de esta excursión fuimos a saludar a Nutee y quedamos para comer con ella al
día siguiente antes de partir rumbo a Chiang Mai.
Era
nuestro último día en Kanchanaburi y Nutee decidió llevarnos a comer a un
restaurante a las afueras, en un pueblo donde ella había vivido en su
infancia.
Nos
contó algo más de su vida; madre de dos hijas y casada con un hombre ex policía
y que hacía seis años se había hecho monje budista y sólo podían verse los
domingos. Vivía en Bangkok y tenía su otra casita en Kanchanaburi.
Nos
llevó a la estación de autobuses y ahí dijimos adiós a Piyanut Rakphonlamuang,
Nutee para los amigos y con un apellido especial. Rakphonlamuang significa amor
a las personas, “love the people”; como ella dice.
Pues
así con mucho amor nos despedimos hasta el siguiente post.
Queremos
aprovechar estas últimas líneas para agradeceros, a todos los que nos seguís,
vuestros mensajes de apoyo que nos animan aún más, si cabe, a continuar con
esto.
HASTA PRONTO...
No hay comentarios:
Publicar un comentario